sábado, 4 de julio de 2009

Autopartes Martin





No me gusta andar esperando. Las cosas se hacen o no. O vivo, o muerto. O liviano, o pesado. O cadáver podrido, o en formol. Y así.


No me gustan las cosas hechas a medias. Las venganzas de un rato. Las odio.


Y justo tuvo que aparecer en mi vida Paul Charles ¨Piezas¨ Martin, el playboy de Nueva York.


¨Piezas¨ es un tipo duro de pelar. Antes de que lo conociéramos, Wilkins, Rita y yo, no llevaba ese apodo, pero yo lo he determinado de una manera más bien triste y un tanto sangrienta. No puedo matarlo. De aquí a tres años recién, será finado. La gente entretanto dice que será presidente. Tenía hace dos años muy buen porte, y no le tenía miedo a nada. Pobre de él. Saber quienes son tus enemigos te conserva sano y entero.


Se decía por aquel entonces que Martin tenía un excelente futuro. Es abogado, y de gran renombre en la ciudad. De tanto renombre, había logrado hacer aparecer la cara de Wilkins en el noticiero de las siete, a todas luces, con un cuadro bastante sugestivo debajo: “La peor bosta de la ciudad”. Debajo una foto mía que decía “El ayudante de la bosta”. Luego había hecho una denuncia pública donde preguntaba a los ciudadanos honestos por qué toleraban a dos seres tan despreciables como nosotros en su ciudad. Los ciudadanos honestos no contestaron. Estaban viendo el partido de béisbol.


Estados Unidos es un país de libertades. Liberalmente miré la cara preocupada de Wilkins y dije:


- Este tipo cree que tú y yo somos abogados, Wilkins...Nos ha tratado de bosta. Sería conveniente matarlo.


- Mesías, este tipo está haciendo relaciones públicas. Prepara su camino hacia la Alcaldía. No podemos matarlo. No ahora. Todos los jueces se nos vendrían encima en un segundo. No tengo ganas de litigar con él. Según supe, le gusta jugar a ver quién mea más lejos.. Quiere encerrarme a mí o a Joel Rimm...No me importa que haga el maricón de Rimm...no voy a matarlo. Y espero que entiendas bien esto.


- Lo entiendo perfectamente....pero...aunque sea...


- No, Mesías, nada.


- ¿Un mínimo palo en el culo, para que deje de hablar? - pedí.


- No, Mesías. No se puede. Soy el más interesado en desaparecerlo. Pero ahora no. Cálmate.


Pues bien. El tipo no se contentó con la exposición pública, sino que siguió mandándonos cámaras, inspecciones de impuestos, y puso la foto de Wilkins por toda la ciudad.


Yo estaba verde. Mi arma estaba roja. Mi jefe y amigo estaba tornasol. Y Rita estaba contenta desde hacía unos días.


Una tarde, Rita venía más alegre que de costumbre. Cantaba, bailoteaba, se reía. Wilkins me miró serio.


- Una de dos. O esta drogada, o se la han follado durante todo el día.- me dijo.


- ¿Rita, tienes algo de cocaína para mí?- pregunté desde la oficina, mientras la dama cerraba la puerta.


- No, Mesías, hace casi una semana que no consumo nada… ¿Te hago un sándwich?- me contestó.


- Follada. Y lo peor de todo es que muy bien follada.- avisé a Wilkins- Tiene ganas de ir a la cocina y todo. Tu esposa tiene ganas de cocinar. Alguien ha hecho muy bien su trabajo.


- Averigua el nombre del finado y has tu trabajo. Déjame solo, que tengo que revisar unos asuntos.


- OK. (Mierda, me dije como para mí, aunque creo que Wilkins me escuchó)


Me fui a la cocina, a buscar mi sándwich. Mi teoría resultó exacta. Rita estaba más que bien follada, mi sándwich ya estaba hecho, además de estar bueno y la muy desgraciada ya estaba limpiando los cubiertos. Con delantal y todo.


- Rita...dime a quien tengo que matar. Abréviame el trabajo.


- No es tan fácil esta vez.


- Rita, lo sabré de cualquier forma.


- Es verdad, pero aunque te lo diga no puedes matarlo.


- ¿Te has acostado con Wilkins? No, no puede ser, Wilkins me ha dicho que lo mate ni bien se transforme en un viejo obsoleto.


- No falta mucho para eso.


- Respeto hacia el jefe. ¿Quién es?


- Paul Charles Martin.


- Mierda.


El intocable, se había pasado de la raya. Y eso se notaba, de la raya había pasado a la boca, a los pechos y había transitado por todo el cuerpo de Rita.


Eran las cinco de la tarde del viernes. Yo estaba paralizado, sin saber que agregar, pero poniendo cara de ¨ otro más a la cuenta ¨ y ¨ otro menos en el mundo ¨. Mi cara habitual, vamos.


- Quiero ver cómo te las arreglas para matarlo - propuso Rita, desafiándome.


- No es algo imposible de solucionar. Ya tengo todo en la cabeza, perra. No hay intocables para mí, nena...Despídete de tu amorcito.


- Hace cinco días que follo con él. Si se han dado cuenta hoy, es porque yo he querido que se dieran cuenta. Me lo follaré hasta el domingo y lo dejaré para que tú y tu jefe hagan con él lo que quieran.


- Mierda.


Salí directo al despacho de Wilkins. Dejé la cara de seguridad en la cocina.


- Wilkins, estamos fritos- le dije


- ¿Quién ha sido?


- Martin.


- Tienes que solucionar tú la forma de arreglar el asunto. Mi nombre está en juego. Tiene que ser rápido y ahora. Está bien que me exponga, que me mande sus estúpidas revisiones fiscales, que pinte mi rostro por toda la ciudad. Es su trabajo. Pero acostarse con mi mujer no es su trabajo.


- Se ha acostado cinco veces con Rita. Dice Rita que se acostará con ella hasta el domingo. Toda una semana.


- Mierda. Eso no pasará. Y tú te ocuparás de que no pase. Cinco veces…maldición.


Mierda fue exactamente lo que dijo Paul Charles Martin cuando comenzó a llamarse ¨Piezas¨. Supuse que matarlo de plano sería echarnos a toda la bofia encima, así que empecé a matarlo de a poco. Cinco veces, me dije, cinco partes.


Una noche, hace un año atrás, mientras salía de un restaurant y caminaba hacia su auto, tuve que sacar un frasco de éter, embeber un pañuelo, y metérselo en la boca. Como el cabrón no se dormía, le partí el frasco en la cabeza.


Lo llevé donde un matasanos para que le cortaran una pierna, la derecha. Lo dejé enfrente de su casa anestesiado todavía y con la pierna metida en una bolsa de plástico. Según supe, el idiota realizó un entierro para la pierna, en el panteón que su familia tenía en el cementerio de Nueva York. No pudieron reinsertársela. Lo tuve 24 horas dormido para que eso no fuera posible. Al tiempo, lo vimos volver al ruedo e implicarnos en el asunto. No pudo probar nada. Se puso una pierna de titanio, y al ver inútiles sus esfuerzos, se volvió un tipo callado.


Hace una semana realicé la misma operación, pero esta vez lo saqué de un centro de autoayuda, donde concurría a las charlas de ¨ Hombres Incompletos ¨, en la sección ¨ Con una pierna menos también se vive ¨. Ya no me gasté cincuenta dólares en un frasco de éter, simplemente lo esperé con un bate de béisbol. Lo llevé donde el mismo matasanos y le quite el brazo izquierdo, como para compensar el peso.


Dentro de un año andará en silla de ruedas En dos, no se podrá limpiar el culo. Y en tres, no tendrá más dolores de cabeza.


Sigo preguntándome si Wilkins quiere esperar tanto tiempo.


Imagen y Texto: Pedro Carbajal

2 comentarios:

  1. me preguntaba por qué se lama autopartes martin el capitulo. Al final agarre el chiste.

    besos para el bombon del autor

    Ana

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  2. Mesías... has fallado. Le cortaste algunos miembros, pero no el principal: con el que se folla a Rita!.

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