- Quiero dejar esto, Mesías. Ya es hora. Me siento mayor.
- Otra vez la misma cantinela, Jet… Aburres.
- Es verdad, Mesías. Ya nos siento el mismo placer al apretar el gatillo.
- Ponle vaselina a tu arma, y métetela en el culo. Ya te dije que tienes que cambiar de herramienta. No puedes andar toda la vida con esa vieja Mágnum. Un día vas a lograr que te liquiden.
Uno puede decir las cosas mil veces, pero hay una vez en la vida que te escuchan. Una sola. Recuerdo que mi padre me había dicho mil veces que no metiera tantas chicas a casa, que podía ser peligroso (a los maridos les suele molestar que les follen a sus mujeres), aparte de ser de mal gusto para el barrio. Mi padre opina de sí mismo lo que opina el barrio. El también se considera un borracho asqueroso. Una tarde entré, y encontré a una de mis chicas con mi padre, haciendo el amor. Desde ese día, le preste más atención a los dichos de mi padre, y no volví a llevar una chica a casa.
Desde entonces, mi madre solía preguntarme:
- Hijo, ¿Cuándo vas a traer una novia a casa?
- Cuando se muera papá- era mi respuesta.
El caso es que el viejo salió derechito a la armería. Hay algunos, que al hacerte caso, se exceden. El idiota se compró una Uzi.
- ¿Qué te parece, Mesías?
- Que te anda fallando la vista, Jet.
- ¿Por qué lo dices?
- Tu quieres pegarle o pegarles a tus finados, Jet… Cuando Wilkins te vea con eso, va a morirse de risa en tu cara. La época de Miami Vice ya ha terminado hace más de veinte años, viejo.
Siempre me pregunto cómo seré yo cuando tenga la edad de Jet. Si seré tan idiota de comprarme un arma para trabajar que dispara 600 balas por minuto, capaces de alertar a los hermanos chechenos sobre mi trabajo. Si seré tan maloliente, tan desagradable, tan mal vestido… Espero que me liquiden antes.
La tarde se hizo larga, enorme. Años pasaron hasta que llegara la noche. Intente revisar mi lista de chicas para pasar el rato, pero recordé que no tengo una lista de chicas para pasar el rato. Solo teléfonos sueltos. Probablemente, la larga lista de teléfonos que debería tener esté en realidad en la basura. Toda una guía de prostitutas en el basurero municipal. Google haría mucho dinero con eso. Y yo podría pasar el rato si tuviera una computadora. O si supiera como usar una.
Esa noche me reunía con Wilkins y los de la droga para cerrar un trato. Wilkins vende poca droga, porque dice que le costaría muchísimo de coste, dado que Rita toma y reparte como si fuera una predicadora de las adicciones. De igual manera, quería ver un par de asuntos con los dealers, y esos asuntos quizá requerirían un par de balas.
Según me habían dicho, iban a ser no más de cuatro. Llevé mi arma, y por las dudas dos cargadores.
Llegué a la casa. Jet estaba por ahí, dando vueltas. Me dijo que lo había pensado bien, y que finalmente había devuelto la Uzi.
- Que te has conseguido Jet?
- Mira.
Y la sacó de la sobaquera. Fue amor a primera vista. Dorada, con cachas negras, incrustaciones de plata, la pistola Smith & Wesson de Jet me enloqueció.
- ¿Donde la has conseguido?
- Ha sido una ganga. La he conseguido por apenas doscientos dólares.
- ¿En el mercado negro? ¿Dónde puedo conseguir una?
- Estas viendo una pieza única, Mesías. Quince tiros, uno en recámara. Cachas de ébano. Incrustaciones de plata.
- Bellísima arma, Jet. Te felicito.
Mientras charlábamos, llegaron los dealers. Caras de palo, manos en los bolsillos, tardaron menos en discutir con Wilkins, que en entrar. Querían que Wilkins se alejara de todo negocio de lo que ellos consideran su territorio.
Jet me soplo por lo bajo
- Tengo ganas de probar mi arma, Mesías. Me quema en las manos.
- Pruébala, Jet, pruébala. Estos cabrones no entienden el negocio. Liquídalos.
Sin demasiada dilación, Jet sacó su arma y liquidó a uno de los morenos. Me tiré detrás de una mesa tumbada, puse a Wilkins y a Jet a mi lado, y el tiroteo silencioso comenzó (usábamos silenciadores, pues los vecinos suelen quejarse por los ruidos. Estamos en NY, ¿qué esperaban?)
El caso es que liquidamos a los morenos en menos que canta un gallo. Se me hace que estaban demasiado drogados como para pegarnos alguno de los muchos tiros que dispararon. Jet se paró, a comprobar que estaban todos muertos. Dije como para mí
- Y si…
Y le pegué un tiro en la cabeza.
- ¿Qué haces, Mesías?
- Retiro a un imprudente del negocio, Wilkins. Jet empezó el tiroteo… todo esto no hubiese pasado si no hubiese sido que estaba impaciente por matar a los negros… Tú sabes muy bien que los odiaba.
El padre de Wilkins había sido negro, así que Wilkins me dijo:
- Si el tipo odiaba a los negros, está bien que lo hayas matado, Mesías…Aunque sé perfectamente que tú también los odias. Tú odias a todo el mundo, de hecho.
Ahora camino por las calles, con mi Smith & Wesson, y me quema en las manos… Quiero usarla.
María Eugenia
ResponderEliminarImpecable. Desconcertante e irónica. Con el estilo gangster neoyorquino, atrapas a todos los que adoraamos el maravilloso mundillo de la mafia. La personalidad de Mesias ha madurado en este tiempo, y cada vez parece mas misterioso y cruel, el antihéroe que se sienta en el trono heróico... =) FELICITACIONES!!! QUIERO MAAS!
Gracias María Eugenia!!
ResponderEliminarMuy bien Pepe! Tus escritos siguen resultando entretenidos. Me gusta y se nota la facilidad que tienes para mezclar el humor y el drama. Muy bien una vez mas!
ResponderEliminarGracias Mario! Un abrazo!!
ResponderEliminarde la primera historia nos gustaron los paréntesis la forma en que los usaste fue chistoso , luego se nos hizo entretenido leer el resto de las historias... esta bueno enserio sigue escribiendo queremos seguir leyendo... saludos desde chile...
ResponderEliminarGracias Francisca!! Saludos para Chile! Nos vemos en el Mundial!!
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